viernes, julio 25, 2008

La luna y su dueño


La de esta noche es una noche que tiene belleza por si sola. Tiene una claridad que no deja de ser oscura y que hace que, sin las bombillas se pueda ver lo justo y necesario.

La culpa de todo la tiene la luna y los "hilos invisibles que maneja". Mejor dicho la luna llena, "siempre envuelta en un halo de lunática tristeza". Así, con mi cara de tonto mirándola a ella me acordé de esa historia que tan fascinado me tiene y que comienza con un abogado sentado en la plaza de Talca mirando a esta dama que mengua y que crece en cada día que pasa.. La historia es sencilla y la mayoría de ustedes la conoce.
El 25 de Septiembre de 1954 el abogado Jenaro Gajardo Vera se presentó ante el notario de Talca César Jiménez Fuenzalida y le pidió que inscribiera la luna a su nombre... he averiguado y hay hartos que piensan que don Jenaro es un hombre inteligente y vivaracho. Su "ocurrencia" fue típica de la picardía chilena y hay muchos orgullosos porque no somos buenos pa´ la pelota ni con grandes triunfos, pero somos dueños de la luna... ¡Viva Chile Mierda!!!

Juro que a mi no me interesa eso, me provoca cierto desprecio inexpresable cuando la gente se siente orgullosa porque el himno nacional más hermoso y la empanada más grande y el poncho con más lana y la cach´e la espada, puajjj! La tontera del papelito, el diploma que dice que uno tiene honor porque corrió en la carrera y no le ganó a nadie o bailó como el ajo, pero bailó!.

Con el dueño de la luna está inminente el peligro de dejarnos llevar por este orgullo patrio que nos puede perder en la anécdota y no en el mensaje, en el nombre y no en lo que quiere decirnos.

Don Jenaro enseñaba poesía en la cárcel, les hablaba a los reos de Withman y pensaba que este mundo debía ser menos odioso y con menos "maledicencia" y por eso inscribió la Luna a su nombre, porque quería tener la ilusión de intervenir en la selección de los habitantes de nuestro satélite sin oxígeno. él era un poeta y los poetas siempre han querido tenerla a ella y él la tuvo, pero no como una forma de capitalismo pragmático ni como para ser primero y sentirse mejor que el de al lado. Yo creo que su gesto persigue justamente lo contrario, porque él no fue el más astuto en sacarle provecho económico a su luna, jamás lo hizo, ni siquiera cuando Nixon le solicitó autorización para que Aldrín Collins y Amstrong se subieran a su Luna y la caminaran. Gajardo en vez de pedir dinero y reconocimiento, encontró respetuosa la solicitud y contestó a ese presidente lo siguiente:

"En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Withman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias , señor Presidente".

Eso es lo que a mi más me ha gustado de esta historia, Don Jenaro pudo haber sido el más pillo pero fue el más profundo. No quiso pelear por su luna ni sacarle provecho económico, quiso contarnos una historia simple de poeta, que comienza con un abogado sentado en la plaza de Talca mirando a esta dama que mengua y que crece en cada día que pasa...