miércoles, mayo 31, 2006

Primer comentario

Estoy medio perdido escribiendo. Echando a perder se aprende, así es que menos tonterías y a ver que sale
juanma

3 comentarios:

Juan Manuel Cáceres dijo...

Pido disculpas pero no sé usar esta cosa y sólo pueden ver intentos errados por mejorar el perfil del blog

Juan Manuel Cáceres dijo...

Me despierto deseando no haber despertado y deseando que todo sea un sueño, pero mientras oigo la impertinencia del televisor y su añeja información de la mañana, el despertar se convierte en pesadilla. Escucho como golpes en la cabeza cada detalle y no logro imaginar el rostro de él, pero si puedo imaginar el rostro de ella y su temor.
Como de costumbre la violencia me desata violencia y comienzo a llenarme de la rabia que lo incomprensible me provoca, pero me caigo...
Me desabrocho la muerte y el deseo de ahorcar y me hago amigo de Javiera y me imagino tomándola de la mano y ayudándola a limpiarse la ropa y secándole sus lágrimas. La miro como la novia de Forrest Gump y la recuerdo arrodillada junto a él pidiéndole a Dios "Dios bueno. Has que me convierta en pájaro y que salga volando de aquí..."
Entonces me decido a escribir para que la lágrima porfiada que me recorre la garganta se deje salir y me limpie la cara que ahora está sucia de verguenza. Entonces ella viene y se sienta a mi lado y me mira sin la cabeza rota y los huesos destrozados que debe tener su cuerpo. Me mira con su cara de ángel. "Porque ahora soy eso" me dice y entonces yo lo entiendo todo.
Me acuerdo de alguien que dijo que nuestro tiempo no tenía héroes y yo me acordé de Guillermo y de Daniel y ahora de Javiera. Ellos son nuestros héroes sin querer serlo. Sin arengas, sin refugios, sin ideología y sin martirologio.
Héroes o ángeles que nos cuidan, que nos refrezcan la memoria, que nos reviven el miedo, el valor y la urgencia; que nos hablan desde su muerte para que agarremos la vida.
Dejo de escribir un momento porque la lágrima porfiada dejo de serlo y comienza a caer como Javiera cayó sus siete pisos antes de encontrarse con el cemento frio y duro como nuestro asombro.
Entro en el colectivo atrasado a mi trabajo, como siempre, y presiento que la noticia es el asombro y que el asombro morirá junto a la noticia del instante, pero yo me prometo no olvidarlo y me prometo contártelo, amada hija, para que me lo recuerdes cada vez que mi amor no sepa encontrarte. Para que invoques a nuestro ángel cada vez que no entendamos, cada vez que no escuchemos y cada vez que no miremos... como tú me miras cuando te llamo querida Isamara.

un beso
juan manuel

Cecilia Moreno dijo...

Hola
sabes que en vez de comentarios podrías haber puesto estas palabras de post.

si necesitas ayuda, visitame o mandame un mail.

Saludos.