miércoles, septiembre 27, 2006


No sé cuántas invitaciones te he hecho. Quizás demasiadas para tan poco tiempo y para tanta incredulidad. De todas formas me alegra haberte ofrecido la mano que anoche trataste de abrigar.
"Lope de Vega dice que el amor tiene fácil la entrada y difícil la salida". Y en este caso todo parece indicar que el socio Vega se anotó un poroto y describió perfectamente lo que empezó con un beso borracho y amanecido, y que ahora se convierte en una difícil manera de decir, "este es el último". Han habido varios últimos y en cada uno de ellos he sentido el deseo de tener la fuerza para que sea el último. Por ultimo, el último sin incendios en la guata.
Una invitación siempre es una pregunta, una casa limpia, una puerta abierta. Un camino que empieza y que promete. Una invitación es una pregunta que quiere ser abrazada.
Eso es lo que te di, querida amiga, ese domingo en el asiento trasero de un colectivo dormido. Un beso, claro, cómo no, pero también fue una pregunta, una invitación descarada a otras preguntas más ilusas como el ¿de dónde sacaste esa mirada? o ¿cuándo te dije yo eso? o ¿me prometes que volverás luego?.
Una invitación nunca se queda sin respuestas, ahi está la trampa, y la invitación que te hice tuvo la suya. Dormilona, vergonzosa, con cara de niña de jardín infantil, pero respuesta al fin.
Ahora vienen otras invitaciones... y otras respuestas

jueves, septiembre 21, 2006


Mi mejor hora es el atardecer

Me gustaría encontrarte en un atardecer

A esa hora es como si todo se callara
Como si el tiempo se detuviera
A tomar un descanso

A esa hora parece que no te ves
O parece que no estuvieras
Y no te importara
Y no te tocara

al atardecer parece que se pudieran cerrar los ojos
y se pudiera hablar de pasados y de silencios
y se pudiera ver ángeles desnudos repartiendo canciones

Me gustaría que estuvieras
Sin que tuvieras que dolerme en un atardecer

Estoy sentado mirando un sol que se muere

Mi mejor silencio es el atardecer

viernes, septiembre 15, 2006

Sueño que me regaló un duende


Tengo aquí enfrente mi vida
escrita entre colores azules y rojos

Aceptas tomar estas manos
y acariciarlas con tu rostro.
Aceptas desnudar mi miedo frente al silencio
y caminar conmigo tus tristezas y mis brindis

Recibir la semilla que descubro en tu tierra
para que nos de cobijo en las noches que tiene este invierno
para que se parezca a mi eterno olvido y a tu imperdonable sonrisa
y para que un día nos descubra desnudos recordando sus pasos

Aceptas derramar tu llanto en mis manos
para que un día yo sepa
qué me dicen tus ojos cuando no los entiendo
para que un día sepas que nadie puede
soñarte tanto como yo

Aceptas recibir mis brazos delgados
mi frente de polvo mis labios de agua
mis mañanas de tos mis dolores de muela

Aceptas

Yo por mi parte aceptaría tu pecho de almohada
en una tarde de abril para seguir escribiendo
los poemas de tus besos

Para recibir este regalo que me hizo, no me explico
qué duende bendito, del que aun me imagino sus ojos
y me imagino la manera en que entró despacio por tu vientre
para entregarme el secreto profundo de tu suspiro

Aceptaría olvidar mis mañanas de silencio
y permanecer contigo hasta que oscurezca
y puedas espantar las miradas de mis noches

Tengo aquí enfrente mi vida
Que se dibuja en tu rostro de arena

viernes, septiembre 08, 2006

Mis pedazos


En fin, les presento a mi familia, en realidad les presento a mi mismo en otras caras. Hay aquí pedazos míos repartidos, o mejor dicho hay en mi pedazos de estos que ahora ven.
En ellos encuentro lo que cuesta entender o lo que no se entiende de otra manera que pensando que lo que somos es lo que nos pasa. Y con ellos me ha pasado el vivir, el encontrarme no sólo con un apellido o con una sangre. También son algunas casas, unas calles con olor a tierra mojada, uno que otro árbol, un río, mas de alguna mañana y otras noches. Ellos son mis juegos de niño y mis héroes, mis vergüenzas y mis miedos, mis amores.
Nada que ustedes no sepan... aparte de que con todos ellos (o con la mayoría) me encontré este febrero y los volví a reconocer, pero ahora también repartidos en algunos enanos que llevaban a cuestas y que tenían sus mismas risas y sus mismos nombres. Yo andaba con mi enana a cuestas.. esa que se llama Isamara.

lunes, septiembre 04, 2006

HIMNO


I
Pedí que pudieras sentarte
en este rincón de polvo junto a mi mesa
para contarte los secretos, espesos,
que provoca tu olvido
para olvidar contigo
los miedos añejos
que tiene el recuerdo

(...Para ser sincero contigo
derramé tu sangre espesa
en agua tibia
y perforé en una noche oscura
la dentadura blanca
de tus versos cantados
y me recosté en una alfombra de viento
que no supo de tu nombre...)

Quisiera contarte que
en el amanecer de mi niñez
te dibujé en la punta
más dura de mi brazo
y ese fantasma
con el que retoqué
tus figuras en la madera delgada
es todo lo que en este viento duro
puedo entregarte
porque nosotros y los que
en ese momento vivíamos en puntillas
no hemos podido entregarte otra cosa más
que la vergüenza de tu recuerdo dominical

...Este lirio violeta
que guardo en mi mano
es un encargo marchito
que dejó la tristeza
una torpe manera
de hablarte del tiempo...

Con él espero que olvides mi olvido
mi caminar tranquilo por calles de espanto
mi dormir soñando con niños y amores
y mi abrazar desnudo
al acero que templó el silencio

II
Quise recorrer la figura celeste
que dejaste escrita en un muro dormido
que hoy se olvidó de tu noche
y abrigar con fuerza a un niño alejado
en su mañana de humedad

Quise maldecir con la noche
y putear las ventanas
y alejarte de una carroza
y llorar y volar
y ser mariposa en tu canción

pero sólo me salió el olvido...
...el triste y espantoso olvido

III
En un intento por traslucir tu canción
retocaré tu escenario de vidrio

para alumbrar una mañana
que no ha querido nacer
hasta que cantes con esa voz de mármol
que sabe de nombres
y de palabras que tienen dolor

palabras como alameda o estante
como traición o desamor
o como tu nombre guitarra

Y en eso pedí que estuvieras aquí
para que acompañaras
mi soledad que vale unas hojas
para dejar en silencio
los himnos de tu nombre
y agarrarme de tu mano
cuando el miedo se nos muera
y se nos mueran las lágrimas
y se nos mueran los muertos