martes, julio 25, 2006
viernes, julio 21, 2006
Yo creo que en la vida uno tiene que ser agradecido.
Pese a que no siempre lo he sido, esta vez espero agradecer a tiempo el regalo que tú y la vida me dieron. La verdad es que estos dos últimos meses me he sentido bastante especial. No necesariamente mejor, pero si con una crisis de esas que te ayudan a mejorar, a sentir por qué y por dónde hay que cambiar y la mayoría de los cambios que experimento en mi vida desde hace dos meses, creo que se deben a ti. A la manera ventilada en que entraste a mi vida, o la manera suave y tímida en que, por una extraña razón, decidiste mirarme.
Claro. También podría estar echando chuchadas porque no pasó esto o no dijiste esto otro o si yo hubiese podido hacer aquello o te hubiese besado aquella vez. Podría reclamar, pero se me hace una pérdida de tiempo para todo lo que nos queda por delante, para la amistad que hoy día nos convoca y nos pide que bailemos con ella un tinku aguerrido o un valcecito tímido, una saya descarada.
No sé muy bien lo que estoy diciendo pero tenía ganas de escribirte. Me siento menos hueon escribiéndote que llamando por teléfono y no sabiendo qué decir y finalmente colgando después de haber preguntado dos o tres veces las mismas cosas... ¿cómo estás? ¿qué tal tu trabajo? ... ¿eeeh y ¿cómo estás?
Pasa que en las llamadas telefónicas uno no puede revisar lo que dice y corregirlo o tampoco puede poner un fragmento de Benedetti cuando no sabe qué mas decir.
Ahora que por fin
está bastante claro
dónde estás y dónde estoy.
Sé por primera vez
que tendré fuerzas para construir contigo
una amistad tan piola,
que del vecino territorio del amor,
ese desesperado,
empezarán a mirarnos con envidia,
y acabarán organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos.
y nosotros hablaremos del vino, de las canciones peruanas y de los cerros nunca visitados. Evitaremos hablar de tu risa nerviosa y de tu súplica. De mi Lilium y tu Lilium y de aquella mañana que despertaste conmigo mientras yo pensaba que seguía soñando y no fui capaz de decir algo que en verdad no sobrara.
Silvio, el de siempre, nos dirá que
no hay nada aquí, sólo unos días que se aprestan a pasar
y tendrá razón, como siempre.
jueves, julio 20, 2006
Elo aquí. El tatuaje que decidí invitar a mi fiesta cuando ya había celebrado 35 de ellas junto al vino, los amigos y los nombres que sé decir de memoria. Elo aquí, el dibujo de un escorpión que bien podría ser la letra de tu nombre, tu alma o el recuerdo de esa noche debajo de ese árbol.
Claro, ambos sabemos que no es nada de eso, pero que bien podría ser todo eso. Si queremos saber lo que es... El escorpión sigue llevando la delantera aunque quizás él hubiese preferido estar más claramente definido y que su cola no se confundiera con sus tentáculos como nos pasa a los que nos disfrazamos y de eso hacemos nuestro pasatiempo.
Elos aquí un escorpión y un brazo y una carta escrita en una silla con ruedas que se convierte aveces en el banco de un parque y el sillón de un café.
Silvio, el de siempre, me cuenta "Hay locuras..." y yo quisiera responderle que hay locos y que yo los conozco y él, que siempre sabe lo que debe decir, me responde "y vaya usted a saber lo que pasa".
martes, julio 18, 2006
Niño (del Libano) mirando hacia el cielo (seguramente a un avión)
lunes, julio 17, 2006
viernes, julio 14, 2006
Ángel
Me despierto deseando no haber despertado y deseando que todo sea un sueño, pero mientras oigo la impertinencia del televisor y su añeja información de la mañana, el despertar se convierte en pesadilla. Escucho como golpes en la cabeza cada detalle y no logro imaginar el rostro de él, pero si puedo imaginar el rostro de ella y su temor.
Como de costumbre la violencia me desata violencia y comienzo a llenarme de la rabia que lo incomprensible me provoca, pero me caigo...
Me desabrocho la muerte y el deseo de ahorcar y me hago amigo de Javiera y me imagino tomándola de la mano y ayudándola a limpiarse la ropa y secándole sus lágrimas. La miro como la novia de Forrest Gump y la recuerdo arrodillada junto a él pidiéndole a Dios "Dios bueno. Has que me convierta en pájaro y que salga volando de aquí..."
Entonces me decido a escribir para que la lágrima porfiada que me recorre la garganta se deje salir y me limpie la cara que ahora está sucia de verguenza. Entonces ella viene y se sienta a mi lado y me mira sin la cabeza rota y los huesos destrozados que debe tener su cuerpo. Me mira con su cara de ángel. "Porque ahora soy eso" me dice y entonces yo lo entiendo todo.
Me acuerdo de alguien que dijo que nuestro tiempo no tenía héroes y yo me acordé de Guillermo y de Daniel y ahora de Javiera. Ellos son nuestros héroes sin querer serlo. Sin arengas, sin refugios, sin ideología y sin martirologio.
Héroes o ángeles que nos cuidan, que nos refrezcan la memoria, que nos reviven el miedo, el valor y la urgencia; que nos hablan desde su muerte para que agarremos la vida.
Dejo de escribir un momento porque la lágrima porfiada dejo de serlo y comienza a caer como Javiera cayó sus siete pisos antes de encontrarse con el cemento frio y duro como nuestro asombro.
Entro en el colectivo atrasado a mi trabajo, como siempre, y presiento que la noticia es el asombro y que el asombro morirá junto a la noticia del instante, pero yo me prometo no olvidarlo y me prometo contártelo, amada hija, para que me lo recuerdes cada vez que mi amor no sepa encontrarte. Para que invoques a nuestro ángel cada vez que no entendamos, cada vez que no escuchemos y cada vez que no miremos... como tú me miras cuando te llamo querida Isamara.
un beso
juan manuel
Como de costumbre la violencia me desata violencia y comienzo a llenarme de la rabia que lo incomprensible me provoca, pero me caigo...
Me desabrocho la muerte y el deseo de ahorcar y me hago amigo de Javiera y me imagino tomándola de la mano y ayudándola a limpiarse la ropa y secándole sus lágrimas. La miro como la novia de Forrest Gump y la recuerdo arrodillada junto a él pidiéndole a Dios "Dios bueno. Has que me convierta en pájaro y que salga volando de aquí..."
Entonces me decido a escribir para que la lágrima porfiada que me recorre la garganta se deje salir y me limpie la cara que ahora está sucia de verguenza. Entonces ella viene y se sienta a mi lado y me mira sin la cabeza rota y los huesos destrozados que debe tener su cuerpo. Me mira con su cara de ángel. "Porque ahora soy eso" me dice y entonces yo lo entiendo todo.
Me acuerdo de alguien que dijo que nuestro tiempo no tenía héroes y yo me acordé de Guillermo y de Daniel y ahora de Javiera. Ellos son nuestros héroes sin querer serlo. Sin arengas, sin refugios, sin ideología y sin martirologio.
Héroes o ángeles que nos cuidan, que nos refrezcan la memoria, que nos reviven el miedo, el valor y la urgencia; que nos hablan desde su muerte para que agarremos la vida.
Dejo de escribir un momento porque la lágrima porfiada dejo de serlo y comienza a caer como Javiera cayó sus siete pisos antes de encontrarse con el cemento frio y duro como nuestro asombro.
Entro en el colectivo atrasado a mi trabajo, como siempre, y presiento que la noticia es el asombro y que el asombro morirá junto a la noticia del instante, pero yo me prometo no olvidarlo y me prometo contártelo, amada hija, para que me lo recuerdes cada vez que mi amor no sepa encontrarte. Para que invoques a nuestro ángel cada vez que no entendamos, cada vez que no escuchemos y cada vez que no miremos... como tú me miras cuando te llamo querida Isamara.
un beso
juan manuel
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