lunes, marzo 10, 2008

Hasta que la muerte nos separe

Hace un mes atrás, en un olivar de Carrizalillo, a las 15:00 hrs. aproximadamente, se casaron la Peque con el Rodrigo. Cuando lo hicieron, la mayoría de los que allí estábamos teníamos los ojos con lágrimas, sin saber si eso era producto del humo de los corderos al palo (a 6 metros de distancia) o por las palabras del Polaco (nombre con el que se conoce al Rodrigo en Carry) o por el hermoso vestido de la Peque o por todas las anteriores.
Si era por las palabras del novio seguro se debía a cuando dijo “hace algunos días alguien me preguntó que por qué me casaba…” lo que explicó fue hermoso pero no lo voy a reproducir porque eso sería plagio y el mismo Polaco me pidió que no pusiera esas palabras en este blog.
Lo que pasa es que se me ocurrió hablar de eso porque a pesar de que estoy separado y no tengo contemplado casarme nuevamente, yo soy un tipo que sigue creyendo en el matrimonio.
Siempre he creído que los ritos son importantes y el matrimonio es un hermoso rito. Lo que más me gustó de ser católico, mientras lo fui, fue asistir con cierta regularidad a esa hermosa representación de un banquete de pan y vino al que los católicos llaman la misa. En donde, como en el libreto de una obra de teatro, todos saben lo que hay que decir y la importancia que tiene hacer cada cosa. Todo tenía valor como una interpretación de algo que trascendía por el solo hecho de tener un significado para los que estábamos allí. Levantar la copa, decir una frase, estrechar una mano, arrodillarse.
Si yo hubiese podido hablar en esa tarde de febrero, les habría dicho a estos dos enamorados, que el amor lo es todo y que cada vez que hay dos personas que piensan compartir el amor hasta que la muerte los separe, a varios se nos vuelve el corazón hacia los lugares en donde estamos y las personas que nos rodean. Los ritos son eso, la confirmación de que todo lo que hacemos esta hecho en lugares y con personas que nos rodean o nos sostienen, al repetir la ceremonia que nuestros padres y sus padres interpretaron, formamos parte del grupo, nos sentimos pertenecientes a un lugar y a un grupo que nos acoge con su presencia. En esa tarde los olivos y el sol y el viento y las personas tenían sentido para quienes se estaban casando y era imprescindible que ellos estuvieran allí y que todo fuera en ese lugar. Esa tarde fueron los olivos y el hermoso Carrizalillo. Para otros será el mar, un valle, un cerro, muchas personas o sólo unas pocas. Incluso quienes deciden celebrar ese momento sin nadie que los acompañe, le dan un significado a esa decisión que forma parte del rito.
Que bueno que esa tarde no pude hablar, porque habría sido bien fome que los invitados hubiesen tenido que escuchar esta lata. A ustedes no les queda otra, quizás me puedan comentar y decirme que opinan del matrimonio Yo por mi parte, no creo que sea una simple ceremonia y un papel que hay que firmar... no les puedo contar la cara de mis viejos en otra tarde... en otro febrero.

8 comentarios:

Shadow dijo...

Hace mucho que mi entendimiento de lo religioso, es sólo eso entendimiento. Ya mis creencias desde hace millones de años estelares son distintos y quizás amortiguados por mi desembolvimiento en las ciencias y su conocimiento, pero con la mente abierta en los nuevos conceptos de aceptar que si algo no se demuestra es simplemente por que cabe la posibilidad de que aun no ha podido ser probado. Entiendo plenamente lo del concepto de los ritos.

La madre de uno de mis grandes amigos de vida y de siempre (a pesar de la distancia), el que fue y supongo es, casi mi hermano, nos repetía con palabras amorosas y de entrañable dulzura que debíamos mantener nuestros ritos, que nos mantenía abiertos los sentidos. No se refería precisamente a ritos religiosos, sí de mancomunal apego a detectar el mundo más allá de nuestros sentidos. Por ella y esos concepto aun mantengo muchos que me conextan y ligan a mi mundo natural. Mojarse la cara saludando el mar antes de una inmersión, detenerme a mirar los rayos del sol escapandose entre las nuves en un suave atardecer, respira profundo ofreciendome a la luna, son sólo parte de aquellos.

Quizás algunas personas sólo los hagan inconcientes, como asociado a tradiciones y legados de antaño, quizás hasta sumidos sobre leyendas de reconditos mitos de pueblos renacientes desde lo antiguo. Todos ellos le dan caracter a nuestro mundo personal, son más que nuestra propia riqueza antropológica que se conecta con el avance de nuestro propio entendimiento. Son nuestros escapes de lo terreno hacia lo perceptiblemente profundo en el consuelo de aun tener que esperar para saber que existen posibilidades más allá de lo que aun podemos entender, pero que seguimos buscando probar.

La entrega racional hacia una acción de decisión voluntaria, en un decir al mundo a través de estos ritos, que aceptamos y declaramos firmemente el estar de acuerdo en forma voluntaría de lo que consideramos que debemos hacer y debemos participar.

Es quizás nuestra marca, que podemos otorgar en el paso del tiempo, sabiendo aun que nada, en nuestro mísero concepto de él, es eterno. Que existe un nacer, crecer y morir en todo, pero que por ser imperceptiblemente cíclico nada se pierde sino sigue un camino simple de transformación.

Saludos estimado amigo, y perdón por tomar tu post, para terminar haciendo otro en estas palabras.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Muy buenos recuerdo de ese matrimonio. Comparto contigo la importancia de los ritos en la vida, como espacios de reunión, de entrega de afectos, de reconocer y reconocerse en los rostros de a quienes elegimos como comunidad. Hace años, al igual que tú, fui católica practicante y me parecía muy triste no contar con un rito que acompañara la llegada de mi hija a mi vida y a la de las personas que me quieren, que no fuera el bautizmo, así que decidimos con el padre de mi niña reunir a todas nuestras personas queridas, a quienes nosotros llamabamos "nuestra comunidad" y presentarles a ellos a nuestra princesa. Si bien, revisando ese evento, inevitablemente aparece la herencia cristiana en muchos de los símbolos que allí se juntaron, pudimos de igual forma darle el sentido que queríamos, construyendo los recuerdos para el futuro y dejando de ello un cuaderno escrito por cada uno de los asistentes, como regalo a nuestra niña, el que le entregaré apenas ella pueda leer.
Volviendo al matrimonio de nuestros amigos y de mi querida prima, sólo decir que en las palabras del Polaco, se reúne todo lo mágico que ese rito fue. Un beo y por fin me atreví!!

Anónimo dijo...

ups...errores de tipeo:
"un beso y por fin me atrevi!!!"

Juan Manuel Cáceres dijo...

Guau, la verdad es que no me importaría recibir pocos comentarios si son de tan buena calidad como los aquí encontrados. Saludos amigo Shadow, gracias por la constancia y bienvenida mi querida amaranta (tanto a Copiapó como a este blog)
Juanma

Peque La Ñora dijo...

Por fin tengo un poco de tiempo para escribir algo… Muchas gracias Juanma por volver a trasportarme a ese momento que sinceramente nunca pensé sería tan importante como lo fue. Es cierto lo que hablas sobre los ritos, muchas veces (sobre todo en este tiempo), los despreciamos, pero finalmente son los que le otorgan a nuestra vida parte importante de maravillosos recuerdos.

Agradezco haberlo realizado ese 9 de febrero, porque no solo me regalo un maravilloso e imborrable recuerdo, sino que me acerco mucho más con gente que quiero mucho, primas, primos, tíos, tías, amigos, etc.

Ahora entiendo porque el rito del matrimonio se repite actualmente tantas veces, yo lo haría un millón de veces más…
...siempre y cuando el novio fuese el mismo de esa tarde bajo los olivos.

Marce Mercado dijo...

Estabas consternado con este acontecimiento !!!!

De verdad...

y yo, como el Principito creo que "los ritos son importantes"...
quizá si me hubiera casado por la Iglesia, jamás me habría separado....

quién sabe... no ????

En fin...no te creo que no te vayas a volver a casar...
pero jura que no lo harás sin invitarme !!!!

Besos apretujados...

Marce

Rotativo dijo...

Que bueno que has vuelto a escribir. Muy bonito este post, debe haber sido emocionante asistir a ese matrimonio.

Creo que la experiencia es especial, yo nunca me imaginé que me casaria por la iglesia, me rehusaba a engancharme con ese 'cliché', pero ya viste que al final igual me embarqué y lo increible para mi fue que lo que más me emocionó fue la ceremonia religiosa. Lo otro maravilloso es que es dificil volver a tener en un mismo lugar (y fiesta, además que sale caro) a toda esa gente especial para uno, la familia, la cercana y la lejana, los amigos, los cercanos y los que están lejos, los compañeros de curso, de universidad, de trabajo, los amigos de la familia, etc.

Y por cierto que ahí estabas acompañandome. Pero aun asi, al igual que tú, pienso que no me casaría de nuevo ni por iglesia,ni civil, ni nada (aunque no me creas), como dice una amiga "una pa' los vivos"

Cariños,

Pd: ya no eres catolico?

Negrita dijo...

Quedé absolutamente conmovida por tu post.
Me gustó ese sentimiento de dulzura que me acompañó durante toda la lectura.
Como vine a comentar después de la Marce, me tengo que tragar mi cita de uno de mis libros preferidos, que atesoro y que re-leo de vez en cuando: el Principito.
Siento que mis amigas, la Vero y la Marce, son super afortunadas, al poder mantener largas conversaciones contigo acerca de la vida, la amistad, etc..
Un abrazo cariñoso
Carola